domingo, 13 de marzo de 2011

Y un día, el debió irse. Pero antes le dijo a ella:

-Cada vez que veas una mariposa, pide un deseo.

Y ella así lo hizo. Cada vez que veia una mariposa pedía un deseo. SU deseo, puesto que siempre pedia el mismo. Llegó un momento que no vió más mariposas. Entonces incluso ella las buscava para pedir su deseo. Pero no las encontrava.

Una tarde de verano, ella estava en la playa, triste y pensando en su mariposa favorita. Entonces, llegó volando y se posó en su nariz. Luego hechó a volar.

Alguien le tapó los ojos. Tenia un olor que ella reconocia bien. La tocava suavemente, para no dañarla.
Era EL! Habia vuelto!

Solo le había costado unas trescientas mariposas...

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